-Vos siempre el mismo –le dice Vanina.
-Es que yo soy así y vos no me vas a cambiar -retruca Mario.
La pelea se produjo quién sabe porqué. El hecho es que ambos se pusieron a caminar sin dirigirse la palabra. Ni siquiera osaron cruzar sus miradas. Así habrán avanzado unas tres cuadras hasta que de repente el chico se frena, calcula, carga, y larga un tremendo escupitajo.
-¡Sos un cerdo! -le grita Vanina horrorizada.
Mario la miró; su mirada combinaba odio, sarcasmo e ironía. Finalmente, le dijo:
-Tan sólo estoy descargando toda la saliva acumulada debido a todos los besos que no te di en el camino.
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